jueves, 3 de marzo de 2011
El 15 de febrero de este año me informan de que se ha sorteado los permisos de esta temporada 2010 en la Junta de Castilla y León y que por suerte me había sido otorgado el numero 24, el sistema que lleva la Junta de Castilla y León es lo mas ético y equitativo que pueda haber, sorteando, dando la oportunidad al cazador a escoger la pieza que mas le guste y mas asequible a sus posibilidades, es algo diferente de otras comunidades.
Todo tiene un principio y un fin a veces el principio es bueno pero el fin acaba mal, pero por suerte yo he de contar con un buen principio y un buen fin.
Después de mi elección con el trofeo se trataría de una pieza que jamás he cazado antes un Rebeco trofeo y gracias a dios solo había en la lista dos trofeos acabando en suerte uno para mi, se que es muy duro el rececho de el rebeco, (Rupicapra rupicapra) es un bóvido de la subfamilia Caprinae presente en algunas cadenas montañosas de Europa, como los Cárpatos, los Alpes , el Caucaso y ciertas zonas montañosas de los Balcanes, Eslovaquia y Turquía . Ciertos autores clasifican los ejemplares de los Pirineos y la Cornisa Cantábrica como una especie aparte, Rupicapra pyrenaica, aunque esto no es algo que haya sido adoptado aún por toda la comunidad científica internacional.
Parrafeando un poco sobre este bello animal pasó a escribir una de mis experiencias más bellas que hasta ahora me ha surgido en este maravilloso mundo de la caza , pasado todos los tramites de tasas y demás gestiones para cambiar el dia ya que no me venia bien el día que me había tocado en sorteo, con toda profesionalidad por parte de los funcionarios de la J. CyL , se me otorgan los nuevos días, los cuales serian el 25 y 26 de Mayo, ahí teníamos que jugar todas las cartas para encontrar y poder cazar mi ansiado trofeo.
El día 24 por la tarde después de acabar mi trabajo en la oficina y avisar a todos mis compañero de trabajo que mi concentración seria máxima mañana para hacer fructífero mi rececho, que no me llamasen para no distraerme y centrar todos mis sentidos en la caza, que seguro que haría falta emplearlos hasta limites insospechados, ya que los recechos de alta montaña y sobre todo a los rebecos son de los mas duro que pueda haber, este seria mi segundo rececho de alta montaña ya que el primero fue en la dura sierra de Gredos a las monteses, del cual tengo un grato recuerdo y no se me olvidara lo duro y peligroso que fue por los resbalones con los redondos cantos de las maravillosas gargantas de Gredos, aparte de la dura subida a las cumbres a unos 2000 metros y el tremendo descenso ,después cargados con el cansancio acumulado, os aseguro que una experiencia que todo cazador debe realizar aunque solo sea una vez en la vida.
Si os digo que mi salida a hacia el pueblo de Vega de Espinareda donde iba a pernoctar, no era de un nerviosismo total, os mentiría , casi sin descansar después de la faena, llamando a todo el mundo para contarles que había llegado el momento esperado, y que los nervios los llevaba a flor de piel, casi no encendí la radio por que mi mente solo estaba en los Ancares y ni siquiera los había pisado, solo había visto algún video y alguna foto para saber lo que me iba a encontrar al día siguiente, sobre las 16 h recogí a Vicente Amat, que grabaría toda mi experiencia para hacerla aun mas inolvidable.
Quiero agradecer desde estas humildes palabras a la persona de
Vicente Amat todo lo que hace para engrandecer la caza y hacernos visualizar que cazar no es un deporte es una forma de vida que nuestros genes hacen florecer, ya que la caza para el hombre ha sido desde tiempos inmemorables una forma de ganarse la vida y de hacer salir adelante a los suyos.
Solo estar intercambiando con el unas palabras ya se aprecia la impresionante sabiduría que desprende de ellas, nos fuimos juntos en el coche hasta el hotel en el pueblo, ya en el el pueblo sobre las 21 horas y después de dejar todos los bártulos en el hotel, decidimos pasear un rato por esas calles de suelo rosco y paredes firmes a prueba de cañones, tejados de negra pizarra para pasar los duros inviernos leoneses, admirando el paisaje nos hicimos fotos sobre un puente de cumpleaños centenarios, y caudal bello, y surcado por bellas truchas arcoiris, después de degustar una cena suculenta de apreciados manjares y ricos en calorías, amenizado por conversaciones como no de caza y mas caza, decidimos ir a la habitación para allí ver algunos videos de caza y asi poder conciliar mejor el sueño, sobre las 2 de la mañana en una apacible y cómoda cama deje caer mi cuerpo como si cállese al vacío, sonó el despertador sobre las 6 de la mañana hora a la que habíamos pactado, con el guarda, para desayunar en la cafetería del hotel, donde puntual estaba José María el guarda.
Intercambiando unos saludos, y comprobando que la documentación era la correcta nos dispusimos a salir en su coche hacia el cazadero, debido a la espesa niebla que había en lo alto de la montaña, decidimos como estrategia subir en coche hasta arriba y esperar a que bajase la niebla o desapareciera definitivamente, llegamos pasando por unos precipicios descomunales, a la cabaña de los guardas y como si se hubiese parado el tiempo al entrar en la cabaña y estar en ella se me vino a la mente pensar en los duros inviernos que han debido de pasar esos hombres rudos, capaces de aguantar la inclemencias mas duras que el cielo le pudiera imponer, viendo esos fogones donde el fuego devora la leña como el sol derrite la nieve, dando calor a los fríos inviernos de los grandiosos Ancares.
Pasada una media hora parece que la niebla levanta decidimos bajar un poco con el coche hacia los valles cuando José
Decide parar el coche y observar unos llanos por que según nos comenta pactan los rebecos placidamente algunas mañanas, saca su telescopio acoplándose a unas piedras como si sus pies tuviesen la forma de pezuñas como si se tratara de una cabra montesa, de forma que nos quedamos perplejos Vicente y yo con la soltura que este hábil guarda se desenvolvía por los pedregosos barrancos de los ancares.
Después de unos instantes observando, con mis primatitos mirando a los prados, el corazón se me acelera doblando las pulsaciones mis ojos no dan crédito a lo que están viendo un rebeco, y con los nervios a flor de piel le digo al guarda en voz baja allí están, allí están el mira con su telescopio cosa imprescindible para la caza en rececho, ya que es muy importante valorar el animal a abatir, para no cometer errores, me comenta tranquilamente que es una hembra.
Pasado unos minutos y revisando el valle nos damos cuenta de que esta sola pastando placidamente, nos movemos de sitio para intentar subir por otro sitio a la zona de los rebecos.
Decidimos desplazarnos hacia el pueblo a recoger unos bocadillos ya que el día seria muy largo, bocadillos que nos supieron a gloria pasadas las 11 de la mañana.
Pasando horas y horas después de ver a varios rebecos jóvenes y rebecas ,cerca del coche, intentando ilusionarnos con la levantada de la niebla, sucumbía nuestras ilusiones cuando pasaban lentamente las horas, sin obtener lo que tanto suplicábamos. Pasamos entonces a otra estrategia subir de nuevo a la cabaña donde anduvimos por la mañana, sin mas preámbulos marchamos hacia allí, nos pusimos a la marcha por la cuerda de la montaña, cuerdas que como funambulista de un circo se tratase andábamos por ellas haciendo equilibrios, entre brezos en flor y ráfagas de viento muy fuertes, cargado con el rifle y la mochila parando para ver a los ansiados rebecos, se nos fue pasando la tarde decidiendo volver a la mañana siguiente. Sobre las 21 horas llegamos al hotel donde después de una ducha nos pusimos a degustar la ansiada cena que nos habían preparado, cena que nos sabio a gloria después de tantas horas de rececho.
Después de unas inolvidables y maravillosas palabras intercambiadas en una grata y amigable conversación con Vicente debido al cansancio y sin saber lo que nos iba a contecer, en la próxima jornada, decidimos irnos a descansar que seria lo más coherente a esas horas de la noche, cosa que no desagradeceríamos nada por que la jornada fue dura y la noche anterior con los nervios, el descanso fue muy escaso.
Esta jornada no la quiero hacer muy extensa por que posiblemente escribiría varias hojas de ella, debido a la gran fortuna que ahora os relatare con creo que minucioso detalle para que no se os escape nada de lo que algunas veces como me comentaba la noche anterior Vicente, la gente a veces no nos damos cuenta de que el éxito del fracaso esta lo separa un hilo tan fino que se rompe con facilidad.
Arrancando desde Vega de nuevo, sobre las 7 de la mañana, el coche en el que íbamos a cazar el Rebeco casi no tenia ruido para mi, mi mente estaba en el éxito o el fracaso de este ultimo día de rececho, aunque el guarda Jose María me daba mucha confianza, los dioses no se habían acordado de nosotros y el mal tiempo volvía a reinar en el ambiente, sin mas dilaciones, se concreto dejar el coche en el fondo de un precioso valle y arrancar, en silencio y con mucho cuidado.
Debido al agua caída, el suelo era como una pista de patinaje, y el riesgo de sufrir una caída era alto, todos andábamos con mucho cuidado de no resbalar, sobre las resbaladizas piedras, andando sobre ellas y viendo una naturaleza, muy diversa, como tritones, corzos, zorros, sapos y el olor de algún jabalí, que no pudimos ver pero si apreciar su perfume inconfundible, para los amantes de la especie Sus Scrofa, ese olor nos hipnotiza.
Surcando los regueros y salvando las piedras llegamos, a una zona amplia, donde almorzamos, gustosamente los bocadillos recogidos en el bar por la mañana, y mojándonos con sus lágrimas el cielo, le rogábamos que cesara de llorar para seguir el ascenso a lo alto de la montaña.
En una piedra y a tiro se nos pone casi sin darnos cuenta un rebeco que no era dado el mal tiempo animal a despreciar, ya que era un animal a simple vista medallable, cuando el guarda decide seguir a echar un vistazo al circo, de las siete cascadas, ya que este estaba localizado y si no localizábamos a otro animal, vendríamos a rececharlo e intentar cazarlo, la demora para subir fue minima, debíamos de observar concienzudamente las rocas mas altas y determinar si volvíamos atrás a por el rebeco avistado o tomábamos la decesión de esperar a que alguno se pusiera a la vista de nuestros prismáticos, elemento imprescindible en este tipo de cacerías, llegado al circo, sitio digno de visitar donde el ruido de las cascadas sonaba a música celestial, impresionados tanto Vicente como yo de la belleza del paisaje, cuando como dice el dicho “donde menos te lo esperes salta la liebre” pues salto, además fue Vicente el que diviso a nuestro magnifico ejemplar, ejemplar que iba en solitario, poniendo tierra de por medio ante nuestra presencia, tapándose y sin dar opción a tiro, pero si a tan magistralmente antes de hacerlo, Jose María pudo valorar que era un macho muy bueno y al parecer viejo, cosa que clavo como buen profesional, ahí empezó mi adrenalina a funcionar sin control, se me quito el frío, se me paso el cansancio, las horas de rececho se me hicieron unos minutos.
Haciendo de vista de águila con su catalejos Jose María digo que hacia por que yo aun mirando por el telescopio de alta gama no era capaz de distinguir al rebeco acostado detrás de unas ramas, cosa que el apreciaba perfectamente, después de 3 horas de intensa espera, decidió levantarse y subir a una pared donde, ahora si había llegado el momento, Jose prepárate me decía el guarda, preparado le contestaba yo, no falles no nos dará mas oportunidades, lo tengo dispara cuando quieras Jose me contesta Vicente, deje la mente en blanco, respire hasta 5 veces para asegurar el tiro, lo tengo conteste, directamente a la paletilla, bumm retumbo el tiro en el circo como una explosión, no deje de mirar por el visor el maravilloso animal doblo las patas delanteras, para después caer en un quebrado todavía lleno de nieve, levante el pulgar en señal de alegría, por el lance realizado y finalizado con éxito, ya esta me contesto Jose María bien Jose, un magnifico tiro, ya sabia lo que iba a suceder, he visto el rifle totalmente parado me contesto Vicente, enhorabuena, Jose, Jose María, nos dice no demoremos a recoger nuestro trofeo.
La ascensión para cobrarlo tendría su dificultad tardamos Jose María y yo casi 45 minutos en llegar a el con una probabilidad de caída muy alta, debido al mal estado del terreno, llego Jose hasta el y lo saco, me miro fijamente, y te voy dar un abrazo, por que es un magnifico ejemplar y tiene el tiro en el sitio, te has consagrado hoy como magnifico tirador, gracias pero el merito es el 90 % tuyo, sabiendo aguantar a este ejemplar, el descenso seria duro después de las fotos impresionantes en el lugar del tiro, bajo a su espalda como gran profesional el rebeco, se hicieron las fotos pertinentes para el recuerdo, ya que sin ellas los recuerdos se quedan pasados unos años mas lejanos, y con las fotos, cuando las vuelva mirar me parecerá estar viviendo el lance en esos momentos, sin demorar mas mis relatos, lo que aconteció después fueron felicitaciones por los lugareños que apreciaron el magnifico ejemplar, cosa nada fácil según me comentaban ellos de dar con este Rebeco, daría oro no nos equivocábamos, solo nos quedaba degustar su magnifica carne, cosa que catare gustosamente, espero os guste, y agradecer a todos los que han hecho que esta cacería se pudiera realizar. En mi mente quedaran los paisajes impresionantes, Adiós ANCARES, volveré pronto.
Jose Antonio Rodríguez García
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